miércoles, 30 de noviembre de 2011

La comunidad

Josh... Necesito...
Esas dos palabras se me quedaron grabadas en mi mente. Mirara donde mirara no era capaz de olvidar lo que Miranda me había hecho sentir hacía tan solo diez minutos.

Después de que mi tío Jeff llevase a Miranda hacia el lugar donde había acampado con su familia, yo me escapé a mi lugar favorito. Nunca me encontré a nadie allí, supongo que nadie lo ha encontrado aún. Tampoco sé hasta que punto esto es verdad. Debido a nuestra naturaleza, tendemos a explorar cada recoveco de bosque que no esté habitado, hasta que hallamos "nuestro lugar". Ningún miembro de nuestra comunidad osaría nunca entrar en el lugar que no le pertenece. En "mi lugar" hay un lago pequeño rodeado por cuatro robles. Suelo tumbarme en el roble que está más al norte. Tiene una rama muy cómoda. Suelo venir a pensar, o más bien, a dejar que mis pensamientos y problemas pululen por mi mente e incluso dejar colgados algunos en alguna rama, quizás esperando a que se solucionen solos. Ahora mismo tengo demasiados...

Llevaba ya media hora mirando las hojas del roble, cuando sentí de repente en mi corazón una soledad que me oprimía. No era mía. Miranda se sentía mal. Tenía que ayudarla... Al final se relajó y conseguí que la calma y la noche la arrastraran a un sueño reparador. Le quedaban dos días muy largos.

Sin embargo me quedé pensando, más bien, saboreando la ansiedad y la necesidad que había sentido en el corazón de Miranda. Después de dos años lejos de ella, no sabía si ella seguía sientiendo lo mismo que hace dos años, pero ahora ya lo sé. En realidad, hace dos años nuestros corazones se sentían bien juntos, pero aún no era nada importante. Sin embargo, ahora ambos habíamos crecido y madurado; nuestros corazones ya sienten emociones más fuertes e intensas y cada vez menos inocentes.

Ya era casi de noche. Tengo que volver. Me bajé del roble y me encaminé hacia mi casa. No tenía ganas de regresar, pero si no lo hacía, empezarían a preocuparse y cuando volviese me atosigarían a preguntas. El camino se me hizo muy corto. Quizás demasiado. Nada más llegar al pueblo me dirigí a casa de mi tío Jeff. Era una casa pequeña de dos plantas. Solo vivía él, y ahora, también Andy. Era una casa muy confortable. Me recordaba a los refugios que suele haber en las montañas para los excursionistas o los cazadores. Son muy cómodas y acogedoras. La de mi tío era así, con la excepción de que no tenía las paredes construídas a base de troncos ni tenía animales disecados. Allí me sentía como en casa. Incluso mejor que en mi propia casa.

-¿En dónde andabas metido? -mi tío Jeff estaba sentado en el porche tomándose una cerveza. Ya había oscurecido, pero aún hacía calor.

-Necesitaba estar solo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (8)

Yo me levanté y recorrimos el mismo camino de regreso que el que habíamos seguido para ir al claro. Cuando llegamos, había en el medio de las tiendas una mesa preparada con la cena. A un lado del claro ardía una hoguera y a su alrededor había dos rocas unos troncos más grandes que servirían más tarde de asientos. Mi padre nos vio llegar.
¿Estás bien?
Mi padre estaba muy tranquilo, pero su voz lo traicionaba. Estaba preocupado. Le dediqué la mejor sonrisa que pude en aquel momento. Funcionó, pues lo noté más relajado. Cenamos. Nadie se había olvidado de mi incidente, pero tampoco se mencionó. Después de todo era el cumpleaños de Vera. Y... había que "tenerla" contenta. Si las cosas no salían como ella quería, podía destruir las mejores vacaciones, incluso una acampada en el medio del bosque. El primer día ha sido todo una aventura, a ver si el resto son un poco menos... peligrosos, mortales, preocupantes, agobiantes e interesantes. Un poco de tranquilidad, por favor. Creo que no es mucho pedir.
El resto de la noche pasó sin el menor contratiempo. Si nos olvidamos de la tarde, la noche se puede resumir como espléndida. Por lo menos, es la primera cena donde mi prima y yo no discutimos. Milagro... Después de unos cuantos dulces de malvaviscos, unos cuantos perritos y unas canciones, cada uno se fue a su tienda. Leí un poco antes de apagar mi linterna. Inmediatamente en la oscuridad y en mi tienda con el silencio por única compañía, me sentí terriblemente sola. Nunca había sentido antes este peso en el pecho que me impide respirar. Necesito...
Miranda, respira hondo... Relájate.
¿¡Josh!? Sentí como algo recorría mi interior. No sé el qué. Pero ha aliviado la pesadez y el agobio que sentía. 
Josh... Necesito...
No te preocupes, ya queda menos.
Podía sentir su seguridad y su calma. Su esencia... me hacía sentir bien. No sé. Si pudiese estar con él...
Duerme, Miranda. Ahora ya no importa lo lejos que estemos. Ya no importa...
Ya no importa, no.
Me quedé media dormida escuchando el eco del "Ya no importa" de Josh. Seguro que tiene razón. Ahora que nos hemos vuelto a encontrar, no nos vamos a separar. Duele demasiado. Yo... le necesito... demasiado.
Con estos pensamientos y sintiendo todavía la huella de Josh en mi mente y en mi corazón me quedé totalmente dormida. Sentía el cansancio en mi cuerpo agotado. Me sentía muy pesada en mi saco dee dormir. Por fin podía descansar. Lo necesitaba también, ya que ésta será la primera y la única noche en esta semana que dormirá medianamente bien.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (7)

Ese nombre... me recuerda a alguien, pero no sé a quien... Miré a mi hermano a la cara. Estaba asustado... y... nervioso...
-¿Qué has dicho Marcos? -sentí como intentaba ocultar su nerviosismo y su hallazgo. De no ser porque estaba segura de su reacción, habría conseguido su propósito.
-Nada. No te preocupes, no es nada.
-Marcos, ¡cómo me estés ocultando algo!
-No, claro que no. ¡Y además, el jueves ya lo vas a averiguar todo! Continúa, por favor...
No estaba segura de continuar, pero... lo hice. Mi mente evocó de nuevo la sensación de impotencia, cuando estaba en río... El no poder agarrarme a nada, ni a nadie... Después, la caída... como estar en el vacío... Con esa emoción me despedí de mi vida. E inmediatamente el momento en el que Josh me cogió. Recordarlo hacía que un torrente de emociones y sensaciones fluyesen en mi interior. Alivio al saber que no moriría, al menos, no en aquel instante. El hecho de recordar su corazón me embargó. Me llenó por unos segundos, justo antes de desmayarme, la sensación de plenitud. De que ya estaba completa, que ya no me faltaba nada. Muy hondo llegué a sentir que ya podía morirme porque ya tenía todo lo que necesitaba.
Sentí como Marcos se movía incómodo a mi lado. Era comprensible. Le estaba mostrando mis sentimientos hacia Josh. Sentimientos que él añoraba... Supuestamente durante un tiempo había estado inconsciente, pero en mi cabeza había voces. ¿Voces? Marcos se puso tenso y optó por levantarse. Sentí como se metía en mi cabeza y "urgaba" entre esas voces para poder aclararlas. Saber su significado, o mejor dicho, saber qué diablos hacían en mi cabeza. Unas voces que por supuesto no recuerdo haberlas oído en mi vida... Marcos salió de mi mente. Sentí su decepción acerca del resultado de su búsqueda. Durante unos segundos pude sentir como se evaporaba su presencia y sólo quedaba su huella, como la estela de un barco.
Nos quedamos en silencio unos segundos. Yo pensando en mis recuerdos y en esas misteriosas voces. Marcos supongo estaría tratando de digerir lo que le había mostrado y además descifrar el significado de las voces. En realidad, ya no me parece todo esto tan irreal. ¿Qué son unas voces en mi cabeza, al lado de todo lo que me ha ocurrido y todo lo que he sabido en lo que va de día? Nada, por supuesto. De repente, el sonido del móvil de mi padre nos sobresaltó. Me di la vuelta, buscándolo, pero no estaba por ningún lado. A mi derecha, Marcos estaba hablando por teléfono. ¿Pero no era que en el bosque no había cobertura? Y... ¿qué hacía Marcos con el móvil de mi padre? Y así se lo pregunté, a lo que contestó:
-En este claro sí que hay cobertura... En éste y en otros claros semejantes. Y el móvil me lo dio papá, para avisarnos de cuando estuviera preparada la cena. Como se te había extraviado el walkie-talkie... y como te niegas a tener un teléfono móvil.
-Claro. Es verdad...
-Bueno, ¿me acabas de mostrar tu tarde?
-No. Por hoy es suficiente. Mejor volvamos...
-Entonces, mañana seguimos, ¿no?
-Ya veremos...

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (6)

Sentí como su corazón lo arrastraba hacia su interior. Estaba muy solo. Sólo tiene once años, pero ya siente la soledad de su corazón perfectamente. Puedo entenderlo. Yo, al menos, ya conocía a Josh de antes. Ya tenemos muchos años de paseos por el bosque, anécdotas, juegos y recuerdos. Por el contrario, Marcos ni siquiera la conoce. No tiene ni siquiera una cara... Si yo que conozco a Josh desde hace tanto tiempo, me siento como si estuviera en medio del océano, haciendo equilibrios sobre una tabla estrecha, después de no vernos durante unas horas. No puedo ni imaginarme cómo se siente mi hermano. ¿Se habrá ahogado o todavía sigue aguantando sobre la precaria tabla? Intento sentir su corazón...
Todavía resiste... Ansía el regreso a la comunidad. En el momento en el que vea a la amiga de su corazón, aunque solo sea una mano, un pie o un mechón de su pelo, su corazón la reconocerá.
-¿Me cuentas lo que te ha pasado? -claro que se lo iba a contar, aunque no sé por donde empezar- Hay una manera para que me lo cuentes sin tener que usar las palabras. Es muy fácil y no tienes que pensar por donde empezar... Y así no tardas tanto -mi hermano quería cambiar de tema. Lo necesitaba... Y yo no se lo iba a negar. Además, siento curiosidad por saber qué más cosas podemos hacer.
-¿Y cuál es esa manera?
-¿Cómo puedo explicártelo...? Consiste en que me envíes tus recuerdos en imágenes... En teoría...
-¿Enviarte imágenes? ¿Cómo?
-La teoría es muy complicada. Pero... Déjame que piense... -su cara ahora mismo era un chiste. Me hacía sentir una ignorante ya que era claramente la de alguien que trata de explicar una cosa difícil a un niño haciendo que parezca sencilla y lo más divertido del mundo.
-Piensa, piensa...
-A ver así... Cuando le lees la mente a alguien, es como ver un álbum de fotos, con la diferencia de que si enfocas tu corazón en esa imagen, puedes sentir lo que esa persona sintió en ese momento. ¿Esto lo entiendes?
-Sí. Hasta aquí lo voy pillando.
-Bien. Pues imagínate que en vez de tener que pasar todas las hojas del álbum, directamente aparecen ante ti los momentos que buscabas. Esto significa que esa persona te los envió explícitamente.
-¿Y qué es lo que hay que hacer para enviar esos momentos en concreto?
-Sinceramente, no lo sé...
-¿¡Qué no lo sabes!? -¡no me lo puedo creer!
-Quiero decir, no en la práctica. Papá me lo explicó casi todo, pero hay cosas que no hice todavía... como enviar imágenes.
-¿Entonces...?
-Entonces, tenemos diez minutos para averiguar como se hace -debió de fijarse en mi cara, por la que asomaba mi lado cabreado-. Tranquila, ¿eh? Ya hace tiempo que pienso en como se hace y creo que no es tan difícil. Sólo necesitaba alguien más.
-¿Crees?
-Lo que tienes que hacer es concentrarte, por ejemplo, en todo lo que te ha pasado esta tarde y lo que has sentido. Y como estamos los dos solos, no tienes que hacer nada más. Después yo simplemente te leeré la mente. Si hubiese más gente, además tendrías que enfocar tus pensamientos en mí para que no le muestres a nadie algo por equivocación.
-Parece difícil...
-Inténtalo.
No hacía falta que me esforzara mucho en recordar toda la tarde ya que todavía sentía la tensión y los nervios a flor de piel. De repente, pasaron por mi mente unas cuantas imágenes. El lobo grande y negro persiguiéndome hacia el río. Marcos se había levantado, pero yo no le estaba prestando atención, simplemente seguí navegando por mis pensamientos. El agua congelada del río que me arrastraba hacia la Cascada. Otra vez el lobo, pero esta vez puede recordar sus ojos. Eran muy negros y estabas llenos de ira y reproche. ¿Me estaba culpando de algo? ¿Un lobo?
-¿¡Luke!?
Ese nombre...

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Dos días sin saber (5)

-Ya... ¿Sabes por qué papá te tuvo esperando dos semanas y a mí dos días?
-Realmente no lo sé. Pero tuve mucho tiempo para reflexionar y deduje que era una especie de prueba. No sé... para saber si estaba preparado para guardar semejante secreto. No cualquier persona le contaría la verdad de buenas a primeras a un niño de once años recién cumplidos.
-Entonces... ¿reconoces que todavía eres un crío? -nos reímos tranquilamente. Hacía tiempo que no estábamos así. Desde que se murió el  abuelo Andrés, todo había sido problemas, discusiones y dolores de cabeza. La idea de la acampada era principalmente para relajarnos todos- ¿Y por qué yo dos días?
-Supongo que porque no tienes once años y porque el domingo ya  cumples los dieciséis.
Otra vez los dieciséis. No entiendo eso. Nada de nada. Jeffrey también había mencionado algo sobre el hecho de cumplir dieciséis años. Debe ser importante... Pensar en esto hace que me ponga más nerviosa de lo que ya estoy. Necesito respuestas ya.
Nos quedamos unos segundos en silencio. De repente mi recién afinado oído escuchó aullar a un lobo a lo lejos. Sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda hasta llegar a mi mano derecha, la que Josh había sostenido.
¿Con quién te has encontrado?
Otra vez la voz de Marcos en mi mente. Desde que Josh y yo nos habíamos separado esta tarde, todo en mi cabeza eran preguntas, pero también había un gran silencio lleno de soledad y oscuridad. La voz de Marcos me reconfortaba bastante, pero me gustaría que Josh estuviese aquí conmigo. No sé por qué, pero le echo de menos.
Te has encontrado con JD, ¿verdad?
Mi hermano me acaba de sorprender. Debí preguntarle hasta donde sabía. A lo mejor lo sabe todo...
-¿Cómo lo has sabido?
-Cuando te he preguntado, estabas pensando en él. Y... tenías... esa mirada...
-¿Cuál? -Marcos se quedó callado. Estaba pensando en algo, pero no sé si preguntarle o directamente averiguarlo a mi manera. No sé... No sé si hay algún tipo de norma o principio que diga a qué personas se les puede leer la mente, si hay algún tipo de diferencia entre familiares conocidos o desconocidos y los amigos del corazón.
-Es una mirada que todos los que encontraron a su compañero o compañera tienen cada vez que piensan en él o ella con el corazón... 
-¿Tú aún no...? -tenía curiosidad por saber si mi hermano también podía sentir lo que yo siento cada vez que pienso en Josh.
-No, no la he conocido aún... Cuando volvamos a la comunidad, posiblemente la encuentre y la conozca... -se quedó callado unos segundos y, sin querer sentí su tristeza y su soledad -La echo de menos.
Por lo visto así somos "nosotros", aunque aún no sé qué somos nosotros. Tenemos en el corazón una sensación de vacío muy grande, que parece que nos arrastra hacia un lugar sin luz ni salida.